Lo que he aprendido de la Astrología

Abril 2020

Sólo entonces, y abrumado de ganancias,
podrá aquel que se acercó a las lejanías,
llegar a ser eso que logra, solitario, con su vuelo.

Rainer Maria Rilke


Dudo que haya alguien en esta ciudad con mayor experiencia en confinamientos que yo. 

Sólo ahora, tras más de tres semanas, empiezo a sentir la extrañeza de algo que fue común en 2018 y 2019. En ese período tuvo lugar en mí el punto culminante de una neurosis obsesiva desencadenada en la pulsión más primitiva y salvaje de todas las formas pulsionales que he experimentado. He necesitado tres años y medio de psicoanálisis y un largo período de medicación que llega a su fin para comprender quién soy. 

Recuerdo lo que dijo Margarita Soler en la única clase magistral a la que asistí del Teórico 1 de Freud: Es raro que alguien de la tercera edad empiece un psicoanálisis. Sobre todo porque, si avanza, llegará un punto en el que al volver la vista atrás verá cuánto tiempo perdió en vanidades y caminos equivocados. Y puede ocurrir, con el milagroso descubrimiento de su self, que no pueda soportar no haber vivido de acuerdo con lo que, desde el principio y en su interior, era. 

self jung

Yo puedo soportarlo. La energía que tengo ahora y desde hace ya algún mes es sobrenatural: lo certifican los hechos y cualquier persona que haya interactuado conmigo en los últimos tres meses. Y la furia también. Creo que cometí un error al circuncidarme a los 28 años. De acuerdo con todas mis investigaciones (científicas y clínicas también, según expondré en próximas entradas), la neurosis obsesiva fue la consecuencia de eso. La circuncisión provocó una reestructuración completa de mi sensibilidad que llevó a una extrañeza en la percepción subjetiva y, luego, muy lentamente, al desencadenarse caótico de mecanismos de defensa que me arrastraron al peor remolino que he conocido. Precisamente, el remolino del confinamiento, el aislamiento, el encierro. El vórtice negro de la pusilanimidad. Por el que he perdido amores fundamentales. Por el que he perdido amistades. Por el que he perdido posibilidades de crecimiento y descubrimiento y aprendizaje. Una tras otra. Para, paradójicamente, mediante el túnel de la lucha contra la pulsión, aprender muchas cosas. Y para ponerlas en práctica.

Hoy quiero y pretendo sentar cátedra sobre astrología. He pensado detenidamente las 25 entradas de diario que preceden a esta para llegar hasta aquí. Esta es una meta volante principal del diario esotérico (como lo fue el estudio sobre los gatos). Sé que es un tema particularmente sensible y polarizado. Sólo encuentro a personas que lo ridiculizan con la sublime ignorancia de quien, por ejemplo, quiere medir una distancia espacial en voltios -por poner un ejemplo absurdo- y a gentes que creen en él con un materialismo conceptual que los delata como aficionados. Como es un tema sensible al que, a mi entender, no es posible llegar y decir esto es así, he escrito las 25 entradas de diario anteriores. Y como no soy astrólogo, quiero entrelazar mi experiencia personal con las últimas conclusiones a las que he llegado. Estas conclusiones surgen de una relación tumultuosa con la lectura de libros teóricos y prácticos sobre el tema, y de haber hecho, gráfico en mano, hasta 60 cartas astrales (algunas, como la de mi ex-compañero de piso Álex, ocupan nueve páginas). Estoy cansado de cómo se me mira cuando digo que no tengo dudas al respecto: esta disciplina no es una invención de mi imaginación.

Habré sido un niño en muchas cosas, pero nunca en mi método de estudio y trabajo. Cuyo objetivo principal es el de saber quién soy, y por qué estoy aquí, vivo. Porque sí, o por azar, son respuestas cobardes y autocomplacientes que no puedo aceptar.

Mandala y astrología: el holopensamiento

(Tres lecturas esenciales fundamentan esta parte teórica: Los ascendentes, de Eugenio Carutti; Cosmos y psique, de Richard Tarnas; El cosmos arquetipal, de Keyron Le Bruce. Sobre todo el primero, por ser mucho más preciso teóricamente).

Primero, quisiera sentar algunas bases acerca de cómo debemos pensar lo que vendrá a continuación. Efectivamente, quiero sugerir un método de pensamiento: el único que he encontrado para fundamentar esto. En la anterior entrada, sobre el tema de la ouija, lo esbocé. Sugiero un holopensamiento de la astrología.

Para ello, para adoptarlo, tenemos que fijarnos en primer lugar en la forma de los mandalas.

Lo que distingue un mandala de cualquier otra cosa, es que se trata de un símbolo que surge en el psiquismo cuando hay algún contacto entre nuestra consciencia común y el nivel de la totalidad. Cuando se da este contacto, nuestra consciencia lo formaliza y simboliza con el mandala. Los mandalas tibetanos donde se muestran figuras demoníacas y angelicales buscan simbolizar, precisamente, dicho nivel de la totalidad: muestran el amplio espectro de los opuestos, y además lo hacen con un equilibrio formal que incide en dicha idea de los opuestos. Porque es la única forma que tenemos de intuirlo con los rudimentos de nuestra consciencia. 

sintaxis

Entonces, entendamos la sintaxis: como si se transformara un archivo .wav a su formato comprimido y manejable por nuestra consciencia, MP3. En el tránsito a través de la formalización hay una pérdida porque, de la totalidad inasible intuida por el psiquismo, pasamos a una totalidad hecha de objetos particulares y manejables, representables. El mandala es el descodificador entre los dos niveles: el de la energía (representada en totalidad) y el de la forma (fragmentada por nuestra consciencia).

Ahora, tomemos una carta natal completa, la mía (por divertimento), y entendámosla según esta lógica:

carta natal balcells

Este soy yo: cinco posiciones plutónicas y, cómo no, el Mercurio con el Marte de la violencia verbal con que os avasallo cada ciertos días.

Fijémonos primero en el contenedor de la carta. Hay dos formas claras representadas en superposición: el círculo y la cruz. Todas las notaciones se inscriben sobre el círculo, y se relacionan por la cruz. La cruz es la energía estabilizada como forma. Cuando alguien pregunta sarcásticamente ¿Pero de qué energía estás hablando?, hace el ridículo. Porque el código es el de la abstracción entre dos formas de pensamiento opuestas. Y esa pregunta se está realizando desde la cruz. 

Representamos con pérdida hacia abajo, en el paso de energía a forma. Y lógicamente, hay pérdida cuando buscamos representar hacia arriba. Curioso efecto, muy parecido a ciertos problemas que se tienen hoy en día para rastrear hacia arriba el contenido de reflexión de una red neuronal: es posible conocer los datos de entrada y los de salida, pero no es posible trazar una línea completa y diáfana entre unos y otros. ¿Qué ocurre en la transformación? No está claro.

circulo cruz relacion

Eugenio Carutti: La carta natal es una estructura que simboliza la tensión entre lo que no tiene forma y lo que sí la tiene. 

carta astral bruto

Para ir bajándolo a lo concreto: En el exterior del círculo se encuentran las Casas, marcadas precisamente por los cortes que vemos en la figura de arriba. Una triple crucifixión. Ellas nos indican la encarnación material del estado del cielo en el momento de nuestro nacimiento. En efecto, en la lectura astrológica, las casas indican elementos materiales y vivenciales concretos de la vida de la persona. 

¿Y qué se ubica también en torno al círculo? El sol, la Luna, los planetas, el medio cielo, el ascendente. Los planetas, a diferencia de las casas, nos ayudan a entender el psiquismo de la persona. El nivel ya no es material, ni tiene que ver con hechos. Aquí, en realidad, ya no estamos en el nivel de la cruz, sino en el del círculo. Porque lo que cuenta son los vínculos de los planetas, ubicados en torno al círculo, a través de su centro. El funcionamiento aquí es el del mandala.

Leyes del Mandala

Introduzcámonos en los principios esenciales del mandala.

Símbolo de totalidad e integración

Primero: el mandala, como hemos dicho, es una representación de la totalidad bajada a lo percibible. Suele organizarse de forma radial, con una lógica de centro-periferia (curioso isomorfismo el que representan las Plazas mayores de muchas ciudades en la lógica mandálica). 

Pero ojo: en el mandala, lo que está dentro es exactamente lo mismo que está en la periferia (en la crisálida ya está prefigurada la mariposa). El centro es amorfo, y algo se despliega hacia la periferia y toma forma. La periferia es el estado de forma. El centro, el estado de energía desligada (en términos psicoanalíticos, energía flotante, no unida a ninguna representación según la teoría freudiana: más isomorfismos conceptuales). 

Lógicamente, lo ilimitado, que se concentra en el punto, no puede caber en una sola forma de la periferia desplegada. Nuestro pensamiento secuencial no puede más que plegar o desplegar algo que es una misma cosa todo el tiempo en diferentes estados de fragmentación. Comete el error de tomar como una cadena algo que es un salto entre dos lógicas de pensamiento, una transición de fase: la cosa concreta material, la totalidad difusa e inmaterial. "Salgo", o bien "entro". El lenguaje no nos permite pensar lo que ocurre aquí: que mientras salgo, también entro.

Cuando se pregunta sarcásticamente que ¿cómo va un planeta como Plutón, tan pequeño, un cuerpo más entre millares parecidos que flotan por ahí, tener incidencia tan radical en la vida de uno?, hace el ridículo. No es el planeta en sí, ni su peso ni su materia, sino el símbolo de referencia que representa en cada totalidad desplegada. 

Hacemos la carta astral, precisamente, en la inscripción de los astros sobre la exterioridad de un círculo, por convención y por romanticismo. No más. El sistema de referencia podría ser cualquier otro. La ventaja de este sistema de referencia es clara: la existencia de un calendario regido precisamente por los astros ha permitido realizar una labor estadística según la cual, a través de miles de observaciones, se ha asignado un significado a un planeta, a su posición y, sobre todo, a su relación desplegada con todos los demás, en esa posición, a través de la correlación de dos niveles que ofrece el circulo. Pero es una convención: los astros materiales nada tienen que ver con esto. La lógica es: Todo lo pequeño está implicado en lo grande, y viceversa, en el tiempo (que no existe).

¿Por qué esta última mención al tiempo, que he realizado tantas veces en este diario? Porque en el mandala que es la carta astral, está ocurriendo al mismo tiempo la manifestación y su consumación en un continuum que es al mismo tiempo estático (manifestación) y dinámico (consumación).

El pensamiento verbal es incapaz de pensar esta dualidad como lo que en realidad es, una unidad que transita hacia una multiplicidad sin que se sepa en qué momento estamos en una cosa u otra, porque ambas son la misma. Es tan sólo lo verbal, como un virus maligno, el que fragmenta para nosotros, para hacer lo impensable más o menos manejable en el terreno de los objetos y representaciones.

Que tampoco existen y también son convención.

El movimiento en una dirección tiene su compensación en la dirección contraria

Si nos ceñimos al punto anterior, la siguiente ley es autoevidente: cualquier movimiento en una dirección está compensado por un movimiento en la dirección contraria. 

forma astrología

Todo lo que aparece en la periferia del mandala, porque estamos en el nivel de lo material, tiene que ser representado de forma bipolar por definición. El centro siempre es lo amorfo, la energía desligada en la totalidad. Como dice Carutti, no hay en el mandala la posibilidad de una dirección autónoma, unilateral. Si existe A, tiene que existir B.

En el centro está implicada la periferia

Si seguimos el hilo de la ley anterior, afirmar esto implica decir también que el centro es una desaparición de la periferia, así como la periferia es una manifestación del centro. El hecho clave es que no podemos escoger una de las dos direcciones o preferir una por encima de otra. Además, nuestra consciencia, al leer con mayor claridad la periferia (lo simbolizado) tiende a quedarse con "la periferia es una manifestación del centro" y no con el otro movimiento, que es simultáneo y complementario. Curioso, pues es una dualidad muy polarizada hoy: lo material vs lo espiritual, podría decirse, en una abstracción posible.

La consciencia elige, porque no puede hacer otra cosa. Pero debe saber que hay algo previo a la elección.

Ley de la conservación

Por último, el mandala está estrechamente ligado con la ley física de conservación de la energía.

La cantidad total de energía en cualquier sistema físico aislado (sin interacción con ningún otro sistema) permanece invariable con el tiempo, aunque dicha energía puede transformarse en otra forma de energía.

O lo que es lo mismo: nada se crea ni destruye, sólo se transforma (Heráclito, dice Platón que dijo).

El sentido de la carta astral

De acuerdo con lo expuesto, podemos pensar ahora, como abstracción por lo menos, varias cosas. La más importante, creo: en cualquier elemento de la periferia está implicada la totalidad. En cualquiera. 

Cuando nace una persona, tomamos la fotografía fija de los astros en ese momento, cómo están constelados (es importante la hora precisa debido a los planetas de rotación rápida: Venus y Mercurio). Esa fotografía es nuestro marco de referencia, y lo desplegamos en el mandala que es la carta astral. 

En la carta astral está desarrollado el misterio de la totalidad que se diferencia y no la dramática de lo separado que pugna por relacionarse (Carutti). 

En definitiva: la realidad es holográfica. Y puede pensarse sólo en la paradoja. La consciencia se fija siempre en los fragmento aislados (objetos materiales o del pensamiento). Toda contigüidad, toda taxonomía y clasificación, es ilusoria y falsa, pero por el momento las necesitamos. El mandala es el instrumento que posee para pasar de su estado natural a otro que no le es propio, el de la totalidad. La carta astral es una representación mandálica por excelencia. Es, pues, un portal, un mapa de lectura entre dos estados, dos sistemas de pensamiento. Y uno de esos sistemas, el de la totalidad, no tiene conceptos porque él mismo es el concepto.

Entonces, cuando leemos la carta y cogemos cada planeta y lo interpretamos, ¿dónde está la persona? La persona está en cada una de esas representaciones y al mismo tiempo, simultáneamente, sin exclusión, en todas las demás (planetas, signos, casas, aspectos). Por lo que se admite la contradicción absoluta (por mucho que se use eso como argumento ridiculizador: estamos en el pensamiento paradójico). Porque somos nosotros, humanos, quienes hemos creado la carta astral y la leemos, prima la forma (lo exterior), sobre la energía (lo interior). El esfuerzo que debe hacerse (y los escépticos nunca lo hacen, confiados muy tontamente en el frágil andamiaje del lenguaje) por entender aquello que lo es todo y sin embargo no tiene concepto.

El concepto de campo energético

Pienso que si hemos seguido hasta aquí, parece claro que todo lo que pongamos en palabras tiene pérdida. Si cuando nace una persona podemos extraer su carta astral, y dicha carta astral, en el exacto momento, representa lo que es la persona, ¿es esta relación únicamente bidireccional? El padre, la madre, la sala de quirófano, los médicos, cualquier objeto presente antes y después en el tiempo de su existencia, ¿no tiene relación con esa relación? Eso es lo paradójico: la tiene, siempre, en cualquiera de los puntos de vista que se adopte.

Lo que decimos es que en el momento en que la persona nace, se manifiesta un campo energético vincular en el cual el bebé es el cuerpo (un objeto, repito, hecho por convención, la persona: porque los objetos no existen, solo hay vibraciones -decirlo también objetualiza y se nos escapa, pero la vibración es totalidad irrepresentable), pero no lo es todo, porque el cuerpo sólo es cuerpo de acuerdo con sus vínculos. Todos sus vínculos. En cualquier momento. En todos los momentos (El tiempo no existe).

No tenemos que preguntarnos, cuando pensamos en este, así llamado, campo energético, de qué energía se trata. Ya hemos dicho que la energía es una convención para ex-plicar, desplegar en lo conceptualizable, la totalidad. No hay una sustancia que detectar, investigar o descubrir. Es ridículo hacer investigaciones o experimentos científicos al respecto. El juego es mental y difuso, porque es un juego de campos. Nunca vemos los campos porque somos conscientes.

Solo los intuimos, como solo intuimos la totalidad, o solo parcialmente podemos pensar en la idea de Dios cuando pensamos la idea de Dios.

Curioso porque la teoría cuántica de bucles, en palabras de uno de sus fundadores (Carlo Rovelli), expresa algo parecido. Muy parecido. Y no hay que dejar de lado el hecho de que, en el loco edificio de la ciencia, parece ahora mismo la teoría más sólida hacia la unificación física (vs, por ejemplo, la teoría de cuerdas). Dice Rovelli:

El tiempo sólo aparece en el contexto estadístico termodinámico. Es decir, sería un fenómeno emergente producido por toda una serie de fenómenos a pequeña escala, pero que no se manifiesta más que en la escala superior, macroscópica.

En lo desplegado. Por eso no existe. Como no existen lo objetos. Los elementos de la realidad son tan solo vibracionales, y no están focalizados. Lógicamente, pues es una simulación renderizada con alto grado de sofisticación. Aquí la referencia a esta lectura de apoyo para profundizar en ello: no quiero detenerme más en lo teórico. Pienso que es suficiente lo dicho, por lo menos, para intuir vagamente de qué trata todo esto. Nunca habrá una frase concreta que lo sintetice porque toda vibración resuena en cualquiera de las otras, y cada parte que tomemos no. Por eso hay, detrás de esta, 26 entradas de diario que abordan lo mismo una y otra vez desde diferentes puntos de vista. Hoy es la astrología. 

y si el tiempo no existiera rovelli

Polarización, secuencia y psiquismo

Ahora entramos en el punto más complejo. Sobre cómo la consciencia, al percibir las formas difusas de los diferentes grados hasta la forma única de la totalidad, trata de bajarlas y pensarlas. Y, sobre todo, cómo en ese proceso en el que está implicado el Yo, nosotros, algunas formas son bien recibidas, o encajan en nuestro pensamiento, y otras no lo son, o bien son rechazadas por nuestro pensamiento.

identificación exclusión

En psicoanálisis se conocen las identificaciones del yo. La identificación es el proceso psicológico mediante el cual un sujeto asimila un aspecto, una propiedad, un atributo de otro y se transforma, total o parcialmente, sobre el modelo de éste. La personalidad se constituye y se diferencia mediante una serie de identificaciones (Laplanche, Jean & Pontalis).

El enamoramiento ocurre por un proceso de identificación masiva con el otro, o con la idea que tenemos del otro (en función de cuál es el grado narcisista de la persona enamorada). Si la identificación es sobre la idea, el amor se derrumbará tarde o temprano. Si es sobre la persona, y las partes de la exclusión son manejables, hay posibilidades de vínculo y duración. 

Las relaciones en la carta natal o de tránsito astrológico son relaciones, para nuestra consciencia, de identificación o de exclusión. Una oposición es una relación formal tirante, tensa. Una conjunción supone una vibración interna identificada. Nada es bueno ni malo porque estamos hablando de otra cosa, de vibraciones y tensiones que identificamos o rechazamos.

El campo energético (repito, es una convención del lenguaje) que representa el yo no deja de realizar sin cesar procesos de identificación y de exclusión frente a lo que no es él mismo, según él mismo, en nuestra lógica temporal. En nuestra carta astral encontramos nuestras identificaciones determinadas en un momento (natal o tránsito), y si uno la realiza seriamente sobre sí mismo y con la máxima amplitud del conocimiento disponible, hay en ella un mensaje que, al mismo tiempo, son muchos mensajes. Pues la carta incluye, también, una referencia al tiempo secuencial. Hay una fijación por identificación y exclusión (espacio), y hay un camino (tiempo - calendario).

Pero el mensaje es uno solo: nuestro self expresado en la totalidad de sus identificaciones y tensiones. 

Tendremos que saber integrar las tensiones. Y hacerlo nos transformará y e iluminará nuestro self. Es un fundamento astrológico y psicoanalítico que muchas otras disciplinas comparten (alquimia, por ejemplo).

Si no las integramos, no cambiamos, y la vida pierde a mi entender su sentido. Y por eso las patologías mentales en los dos grandes grupos de las neurosis y las psicosis (recuerdo aquí la primera entrada de este diario, sobre el misterioso fenómeno de la forclusión. Poco a poco empieza a tener más sentido, opino).

Cómo he educado el pensamiento holográfico

Hasta los 21 años no creí en absoluto en la astrología. Aunque me interesaba desde siempre lo paranormal, la astrología me parecía una ciencia de papanatas. Interesado por la astronomía, me hacía preguntas que antes he tratado de contestar: ¿Cómo puede un planeta determinar lo que es una persona? El caso de Plutón: hay cuerpos celestes más grandes catalogados. ¿Cómo va a Plutón a tener tal influencia?. Ocurre lo mismo con el Zodíaco: ¡Si en realidad hay 13 constelaciones!, dicen, y todo el edificio parece desmoronarse.

En absoluto se desmorona. Quien se desmorona es quien no se para a reflexionar sobre lo que dice. Por definición, considero que si algo ha existido durante siglos es porque tiene que tener un sentido y una explicación coherente e integrable. Y eso es lo que buscaba, en mi escepticismo, con 21 años, cuando estudiaba en Salamanca.

Allí conocí a una persona, Cristina, que estaba formándose en astrología. Una noche, en casa de Jorge Páez, a quien considero uno de mis maestros y benefactores principales, hizo una lectura de nuestras cartas natales. Me fijé allí en los voluminosos libros que manejaba, donde venían las interpretaciones de las posiciones, los aspectos, las casas. Me llamó la atención porque, tal y como me dijo: había un sistema, una tradición, un consenso astrológico por estadística.

Pero tuvieron que pasar diez años, ahora nos situamos en 2015, para que yo tratara de formarme en esta disciplina. En ese verano, en una hermosa casa habitada por siete gatos, leí Cosmos y Psique, de Richard Tarnas: la primera lectura que me permitió empezar a entender algo de lo que he expuesto teóricamente arriba. Trato de explicarlo con hechos.

cosmos y psique

Ese verano también empecé a leer cartas astrales de personas cercanas. A mi manera, algo freestyle, pero basándome en el gráfico clásico, no en textos automáticos o sucedáneos similares. Lo que me ocurrió entonces y me llevó al abandono y rechazo de la disciplina durante, por lo menos, dos años más, fue que no fui capaz de comprender esa forma de pensamiento paradójico-holográfico que he tratado de exponer.

Cogía una relación planetaria, por ejemplo, una conjunción, y era incapaz de correlacionarla con posiciones, por ejemplo, contrarias. Cada posición me parecía una isla en sí misma. Yo estaba totalmente en el modo de pensamiento dual, fragmentado, taxonomizador de la forma. Leía a las personas como listas de cualidades autónomas, no correlacionadas. Existían sin duda un bien y un mal.

Estaba totalmente en el pensamiento dual (que, por cierto, crea la falsa ilusión de la existencia de géneros).

Y lo curioso es que para entender el otro tipo de pensamiento he tenido que sufrir.

Y aquí retomo de golpe el principio de este texto: repito que la circuncisión (de acuerdo con la clínica disponible) pudo desencadenar una profunda neurosis obsesiva. Esa neurosis obsesiva tuvo el desarrollo de un arco y en su punto culminante ocurrió la máxima negación de mi persona, la máxima anulación, desaparición, la máxima debilidad por la que muchas veces, opino, fui justa y al mismo tiempo injustamente maltratado. Mi alma estaba eclipsada. Mi fuerza. Mi expresión en el mundo. ¿Cómo iba a amar y ser amado así por alguien, tener un amigo/a, una pareja? ¿Cómo no iban a maltratar a quien precisamente parecía en casi todo ya un objeto pasivo y cada vez más disminuido?

No soy un objeto pasivo: soy una persona. Y, además, poderosa, hasta donde alcanza mi vanidosa percepción. Pero hasta a mí mismo me ha costado entender en qué medida no soy un objeto, y solo ha ocurrido gracias a ese proceso, lo más próximo que he conocido a la locura, y muchos días la locura misma, paradójicamente. Ese proceso es el que me devolvió al estudio de la astrología en 2015, cuando ya empezaba a tener problemas de compulsión por los que sufría en silencio. Y ese proceso en su punto culminante, en 2019, me ha llevado de vuelta a esta disciplina a pesar de haber blasfemado contra ella años atrás, para luego bendecirla, para luego volver a blasfemar.

Ahora lo tengo más claro: la astrología ha sido fundamental para entenderme y para entender a los otros. Y junto con el Taront, me ha permitido vehicular muchas percepciones que no tenían nombre ni lugar en mi mente.

Dos ejercicios de desarrollo de la capacidad sinestésica

Son ridículas, pienso ahora, todas las veces que me he compadecido de mí mismo cuando me encontraba encerrado, aprisionado, en la neurosis. Porque la misma lógica que expongo del pensamiento holográfico aquí sólo he podido comprenderla por las situaciones extremas de percepción, delirio y paranoia a las que me ha llevado la propia neurosis. No sé si me explico: estoy ejemplificando la propia lógica teórica del pensamiento holográfico, que es paradójico. En los momentos cumbre de delirio o paranoia se me han representado en la mente arquitecturas inmanejables para mí, formas violentamente deformadas y sin contenido simbólico que, justamente, acababan desencadenando la compulsión de repetición como mecanismo de defensa principal de mi integridad. Esas representaciones han sido fundamentales para dar el salto en la comprensión y, por ejemplo, poder escribir los 26 artículos anteriores de diario sin apenas consultar fuentes: sólo con lo que dispone lo visto y pensado en este dramático, para mí, tiempo.

Como detalle antes de seguir y encarar la parte final de este artículo, quisiera plantear dos ejercicios que pueden ayudarnos a entender que estamos hablando de dos modos de pensar representados en una sola cosa (en este caso, la carta astral, pero en realidad, en cualquier cosa / objeto de nuestra convención. Pues los objetos no existen). El primero lo sugiere Rudolf Steiner en Cómo se alcanza el conocimiento de los mundos superiores. El otro es made in me.

Observa lo que florece y perece: El ejercicio es simple. Steiner sugiere colocarse cada día durante diez minutos delante de una planta y reflexionar acerca de su proceso de crecimiento. Ver la planta estática y verla al mismo tiempo en el continuum de su proceso. Este segundo pensamiento tiene una cualidad de fondo distinta. Esa cualidad es lo más parecido, en nuestra cabeza, a una forma sin nombre. Porque nos estamos desplazando con la consciencia hacia el centro del círculo, donde no puede poner foco.

Observa la totalidad unificada de una persona en el metro: Cuando estés en el metro, escoge a un sujeto y obsérvalo. El ejercicio consiste en destacar -pensar- cada uno de los rasgos (objetos) que lo componen. Pueden ser físicos (nariz grande, ojeras) o psíquicos (parece triste). Una vez hecho un mapa lo más amplio posible de las partes que somos capaces de observar en ese sujeto, lo miramos de otra manera. Borramos todas las partes, vemos el sujeto. Lo que hay que buscar aquí no es la imagen de una cualidad con nombre. Hay que hacer el esfuerzo de, con el conjunto de las partes ya pensado, inferir una forma para ese sujeto. 

¿Hasta dónde podrías llegar con esto? Simple: podrías llegar a ver en lo informe el futuro de dicho objeto. Precognición como técnica, y no como don, joder.

Es otro tipo de pensamiento. Y todo sujeto tiene su forma de fondo, desplegada en el objeto que por convención crea la consciencia (sujeto). Estas formas, a mi entender, son geométricas, no necesariamente euclidianas (por eso difícilmente pensables), coloridas y sónicas en ocasiones en rangos también difícilmente pensables. 

Ambos ejercicios repetidos a lo largo del tiempo, creedme, iluminan una forma de pensar distinta. La que, entiendo, será la forma dominante, de nuevo, cuando entre por fin en nosotros la Era de Acuario, y termine la de Piscis.

Unas nociones de técnica (autodidactas)

Esto es lo que hago, desde hace unos cinco meses, cuando estudio la carta natal de alguien. ¿Quienes son mis sujetos, bajo su consentimiento? Por un lado, como ya narré en Diario 3: Afinidades astrológicas, lo son personas que conozco por ahí (por ejemplo en Tinder, o la misma calle), y mis compañeros de trabajo. 

A todo nuevo empleado/a le pregunto sus datos de nacimiento, para luego proceder a extraer su carta astral y luego analizarla. Por poner un ejemplo explicativo, tomaré de nuevo la mía: 

carta natal balcells

Este soy yo: cuatro posiciones plutónicas y, cómo no, el Mercurio con el Marte de la violencia verbal con que os avasallo cada ciertos días.

En la circunferencia tenemos ubicados los signos zodiacales, los planetas, y por la separación en cruces que atraviesan el centro, las casas en las que se alojan los mismos planetas, el ascendente y el medio cielo. Todas estas posiciones determinan correlaciones de diferente tipo e intensidad. 

Fijémonos en el recuadro escalonado, abajo a la izquierda. Allí encontramos esquemáticamente cuáles son las relaciones entre los planetas, Sol, Luna, Medio Cielo y Ascendente. Cada figura tiene su significado por convención.

La gran dificultad reside aquí en la presencia masiva, en nosotros, del pensamiento lineal. La identificación con la forma, en el nivel de los objetos inferido por la consciencia a través del lenguaje, es lo que hace surgir este pensamiento y tenerlo por el único tipo de pensamiento. Sin embargo, la matriz zodiacal no puede ser interpretada totalmente desde esa perspectiva. Hay que jugar con la paradoja.

Como comentaba en la entrada de diario 25, no somos capaces de ver una estructura en despliegue secuencial, y solo podemos fijarla en la forma y en el momento. Por lo tanto, las formas que vemos en el gráfico (símbolos y representaciones), son vehiculizaciones de un proceso único (la totalidad del holomovimiento) y tienen una estrecha relación unas con otras. Como en el mandala, cada parte está implicada en las otras.

¿Cuáles son los elementos distintivos de estos símbolos frente a otros esquemas de símbolos?

Su naturaleza arquetípica. 

Como vemos en el siguiente esquema, el arquetipo es una focalización de la consciencia en un estado previo a la estricta forma secuencial a la que está acostumbrada (donde se amoldan mejor las cualidades psíquicas, que son convenciones del lenguaje, o el cuerpo, que es una convención con la gracia de estar materializada a la vista). El arquetipo está a medio camino entre la energía difusa de la totalidad del holomovimiento, y una determinación imprecisa en torno a cualidades expresadas con palabras.

pasos arriba abajo astrologia

Por ejemplo, el arquetipo que representa Saturno: tradición, pesadez, lentitud, reflexión, repliegue, interioridad. Cada una de esas palabras es condición necesaria, pero no suficiente para formalizar en nuestra mente el arquetipo. Ahora, el arquetipo, por esta misma razón y ubicación en el esquema, no es una cosa tan objetualizable como "una taza" o "una silla". Por eso todo arquetipo puede describirse con varias palabras que son, a veces, tan sólo vagamente afines.

Así, la matriz zodiacal en la que se inscriben los símbolos que analizaremos no es otra cosa que un sistema vibratorio, donde cada parte es a su vez y necesariamente, todas las partes. Y que dichos símbolos no están en el nivel de "la silla" o "una taza", sino en el del arquetipo, que es anterior en una hipotética escala hacia arriba, hacia lo informe (Zenón tiene cosas que decir aquí).

A su vez, es importante, o fundamental, señalar que todos los signos representados en la carta natal están presentes en todo momento, implicados unos en otros, aunque haya una secuencia lógica a la que debemos atenernos cuando lo dibujamos (espacial y temporal).

Entonces, un Saturno en constelación geométrica significativa con otro cuerpo, por convención y estadística, muestra un aspecto de la personalidad que siempre está presente, con una fuerza determinada por la misma posición, y que al mismo tiempo está integrado o excluido de nuestro self, y que al mismo tiempo ejerce una tensión o impulso en correlación con los otros signos.

En la práctica: qué es lo que hago al leer la carta

Lo que hago en la lectura de los planetas es asignar una fuerza a las conjunciones, oposiciones, cuadraturas, trígonos y sextiles, y realizo un análisis agregado de las posiciones desde las fuerzas principales (conjunciones y oposiciones) hacia abajo. El análisis agregado quiere decir que, en todo momento, hay que tener presente que cualquier posición está en relación con cualquier otra posición. Puede ser que una persona tenga posiciones Saturnales severas y sea lánguida, indecisa, lenta. Y a su vez puede tener una posición Uraniana que le podría dar un toque (como quien echa una especia a la totalidad del caldo para añadir un matiz) asilvestrado en principio contradictorio. No lo es, si nos atenemos a cómo son las personas, ambigüas por definición y desconocedoras de su self en principio (este es el juego de la vida: descubrirlo a contracorriente. Contracorriente puede ser el sufrimiento, pero no solo el sufrimiento; en absoluto. Sea como sea, está en nuestras manos aprender, o seguir igual y no hacerlo. Y para aprender considero necesario e imprescindible, piedra fundante, que uno encuentre cuál es su propia pulsión de repetición, como punto de partida, cuáles las forclusiones y represiones que de plano y de entrada, rechaza -tensión vibratoria-).

El texto resultante es una construcción que más que ir posición por posición definiendo rasgos, trata de construir una edificación, encontrar patrones repetidos, resaltar matices, redundancias y conexiones. Mi experiencia es contundente al respecto: cuando mejor conozco los signos y mejor entiendo el significado difuso de cada arquetipo y cada relación de arquetipo, más clara veo la forma implícita y realmente inexpresable del todo con palabras, de una persona. Porque esa forma es una totalidad en la totalidad, fuera del esquema de percepción directa de nuestra consciencia.

Además, en todo momento podemos hacer una lectura espacial, fijada en el tiempo, o una lectura secuencial con tránsitos, o bien una lectura cruzada de cartas de dos personas, o de una misma persona en dos momentos. Tanto los planetas como las casas, de acuerdo con la visión espacial o secuencial que se tome de la carta, ofrecen al mismo tiempo rasgos de interioridad y rasgos de exterioridad que hacen difusa su exacta definición, si no se hace en bloque y en conjunto.

El papel del ascendente como catalizador del aprendizaje

Una de las últimas cosas que he comprendido, ha sido el ascendente. En astrología, el ascendente es el signo zodiacal que se levanta en el horizonte en el momento de tu nacimiento. En mi caso, mi signo solar es Virgo, y mi ascendente Sagitario. 

Virgo, solar, representa lo que soy y se expresa claramente en la carta. El ascendente, en cambio, representa aquello que en potencia soy y al principio se aparece como exterioridad. 

Desde el punto de vista secuencial (tiempo) el zodíaco configura un proceso de aprendizaje que nos lleva de ascendentes a polaridades y de estas a Casa XII, donde volvemos a ascendentes en un movimiento continuo y recursivo (el aprendizaje es ilimitado, pero tiene etapas si lo medimos en la convención del tiempo, que no existe).

El ascendente se expresa en el espacio de las casas y siempre entra por la casa 1.

partes carta natal

¿Qué papel juega el ascendente? Viaje al self

Según el ascendente, el centro del mandala está expresando energía de un determinado signo que el sujeto va a experimentar, al principio de su vida (y puede que toda su vida si no hace nada al respecto) como externa. El ascendente, como casa 0, irradia en toda la carta.

Esta energía, el sujeto, teóricamente, no la puede conocer en sí, sino que viene de fuera, aun siendo interior (forclusión, de nuevo, entrada 1 de diario). Aquello que en la carta simboliza el ascendente es una energía que irradia de mí y que está en todo momento alrededor, como si viniera de fuera: paradoja. El ascendente, además, no deja de simbolizarse una y otra vez en personas que aparecen en nuestra experiencia vital bajo dicho signo (o como efecto de dicho signo) y en sucesos simbolizados por él. 

El ascendente es quien marca un posible camino para la consciencia en su evolución interior hacia el self. El aprendizaje esencial de la persona está en su ascendente y en correlación con el resto de elementos. Al principio, sobre la base de la carta natal, tenemos la energía del signo solar (quienes somos) y los componentes lunares (afectos), como dominantes (en mi caso, sol en Virgo, y la luna en Piscis). Sin embargo, el ascendente en ese momento inicial tiene poca incidencia frente a esas posiciones y el resto de posiciones planetarias. Es energía zodiacal pura, en su pura amorfidad exterior a nuestra consciencia. Va a entrar poco a poco, y nuestro papel es saber integrarla como identificación y no como exclusión en nuestro self.

El objetivo es realizar una transformación cabal de esa energía desligada, a una energía ligada y, por lo tanto, consciente. Integrar el ascendente en nuestro yo, para encontrar un nuevo yo. De la misma manera que las tensiones vibracionales, el ascendente representa una dificultad para el yo.

Esta conceptualización como camino, o aprendizaje, lo encontramos en todas las disciplinas de ciencias ocultas de una forma u otra. Los arcanos mayores del tarot, por ejemplo, simbolizan en su estructura y disposición (desde la carta 0, el Loco, hasta la carta 21, el Mundo) un camino de lo inmaterial a lo material, de lo desligado -loco- a lo completamente ligado en los diferentes niveles del ser -el mundo-, que no son únicamente el material. Además, el tarot tiene también una lectura holográfica. Podemos leer desde el loco hasta el mundo, pero si disponemos las cartas en tres hileras, aparecen extraordinarias conexiones entre los niveles. La lectura es y no es secuencial. Hay y no hay un camino.

Es abrumadora aquí la enorme cantidad de indicios, en diferentes tradiciones, que cifran lo mismo, la posibilidad de una meta que puede alcanzarse mediante el viaje nocturno / la enfermedad / el obstáculo. El símbolo universal de la muerte y resurrección de Cristo, en el contexto del camino del héroe representado en todas las mitologías, por ejemplo (jonás y la ballena, por mencionar otra referencia occidental).

Mi ascendente en el contexto de mi experiencia personal: Sagitario

De acuerdo con esta disciplina, existe un camino para cada uno y un sentido de cumplimiento para dicho camino. 

La representación esencial de Sagitario es un río que corre hacia el mar y desemboca en él. Hay dinamismo y abundancia, y un claro recorrido también implícito en la forma del propio signo. 

ascendente sagitario

En contraposición, el signo que lo precede, y por el que tiene una relación de contigüidad, es Escorpio. Si Sagitario es el caudal que se mueve abundante, Escorpio es el agua estancada. Puede parecer, a priori, que ambas representaciones están desniveladas, pues lo caudaloso y dinámico parece más asequible que lo pantanoso y estancado si se plantea como elemento representativo. Pero como ocurre en astrología los arquetipos son difusos y multiformes, dentro de su propia estructura cerrada. No hay nada mejor o peor, más fácil o más difícil, más o menos luminoso. Son formalidades a efectos de la representación y la comprensión.

Escorpio es un signo mucho más concreto y definido que Sagitario. La propia imagen del caudal y de la abundancia suelen esconder ilusoriamente las dificultades que también son inherentes a este signo (¿o acaso los grandes ríos no llevan detritus, destrucción y muerte en su interior, hacia el mar?). 

Dos términos son esenciales para comprender a Sagitario: inclusión y articulación.

Síntesis.

Y es curioso porque he tardado 34 años en decidir de forma clara y contundente que eso es precisamente lo que debo y quiero hacer, y precisamente lo que hago en el contenido de este diario y en las múltiples obras y sucedáneos que produzco sin cesar, así como en todas mis relaciones actuales con objetos, personas o ideas (otra forma de lo objetual).  

Toda la dinámica del ascendente en Sagitario consistirá en el aprendizaje de la inclusión, para luego impartir la enseñanza. En otras palabras, la inclusión implica cómo entregarse y confiar en todo lo que está más allá de aquello con lo que se está identificado en cada momento. Religión o enseñanza son dos palabras que identifican bien la dinámica energética de Sagitario. Un impulso constante hacia una vivencia más amplia, multitemática, multisetorial, multipersonal: todo aquello a lo que me he resistí durante 29 años hasta enfermar de la mente.

Y que sólo he entendido e integrado mediante la enfermedad y la pérdida. 

Además, el handicap de Sagitario es coherente con mi caso: Una síntesis mal ejecutada puede llevar a generalidades vagas. Por lo que una forma refractaria de manifestación del ascendente en Sagitario es, precisamente, el idealismo. El romanticismo, la identificación proyectiva, el narcisismo. Y con ese tipo de gente me ha enfrentado una y otra vez, en una repetición continua y constante a lo largo de años que ha determinado un centro de reflexión y un punto culminante, un final, una pared definitiva, lo que se ha desencadenado en un Giro Copernicano tras tocar el fondo de la debilidad y lo pusilánime, durante años. 

Y los giros copernicanos no se explican. Son potencia hecha acto. Se muestran ya integrados en el self. O no son verdad.

Ojalá este artículo haya servido para suscitar vuestro interés en esta compleja y profunda disciplina. La astrología, allí donde nadie pone los ojos ahora (como siempre), nos va a ayudar en el futuro. Pienso que en el futuro está escrito que el modo de pensamiento holográfico dominará sobre el modo de pensamiento secuencial. No sé cómo ni cuando. Pero ocurrirá, pienso exaltada y proféticamente, desde mi pequeño confinamiento.

Y nos ayudará a acabar con el Capital. 

 Addendum: literatura científica disponible

En proceso, amig@s.

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