A continuación, un texto teórico en el que se exponen los fundamentos de una lengua onomatopéyica conocida como Guirnall, cuya particularidad principal es su ausencia de significados sólidos rastreables en una gramática o una semántica. El texto, escrito por Roscelin de Hermeticón y Compiègne (aunque él aparezca en tercera persona), fue ejecutado tras una experiencia en las montañas.
Capítulo primero: qué es el Guirnall
Se trata de un género literario -denominado por la doctrina, de forma constante y sin fisuras, guirnall- que hemos cultivado yo, Roscelin de Hermeticón y Compiègne, y con mayor fama Víctor Sunyol i Costa, nacido en la Ciutat dels Sants.
Descubre el Guirnall en audios
Desde unos años para aquí venimos intuyendo, en un movimiento del pensamiento que es ajeno a las imperantes corrientes positivistas, y por tanto a través de una grieta angosta, que el círculo de las palabras -esto es, explicar las palabras mediante palabras- es un esfuerzo que puede conmensurarse al del mito griego de Ocnos -figura que pasa las horas de su eternidad trenzando una cuerda de juncos, la cual es engullida acto continuo por un burro que tiene enfrente-.
El primer exponente que debemos reseñar, a la hora de enarrar la historia de este género, es Schopenhauer. Tras decenios de una estática reflexiva, nos indica que su filosofía -al margen de su acierto o no- está escrita en conceptos, pero no por conceptos. El valor de esta dicotomía es impagable: refleja lo que quiere decir en conceptos y según el lenguaje común, pero no tolera que sean guía de su razonamiento los conceptos prefijados. No es, con todo, una escisión aceptada ni con suficiente tradición, porque su aceptación conllevaría el reconocimiento de múltiples errores -incluso, todos los errores- que ahora se hallan todavía felizmente inadvertidos.
E incluso el propio Schopenhauer, como tantos otros en una lucha excesiva, se quedó a medio camino, comoquiera que no ejerció, hasta las últimas consecuencias, esta idea. Saltó con un nuevo impulso, sí, pero para caer en el mismo sitio. Lo que también nos demuestra su proyecto incompleto y a fin de cuentas fracasado, en esta vertiente, es que tal vez no podremos hacer nada, mientras sigamos con lo que sea o pueda ser el lenguaje vigente -comparado con el pájaro kantiano que no quiere que el aire exista, para volar más lejos y más rápido-.
A diferencia del pájaro, el lenguaje seguramente no necesita el aire para discurrir. Quien dice aire dice comunicación, por ejemplo. Vistas obras como "Cinc esgrafiats a la mateixa paret" de Martí i Pol y el "Finnegans wake" de Joyce, tenemos dudas de si tiene o no esta necesidad, y también dudas de su valor. El lenguaje de la referencia, antes de llegar a ser el soporte donde se cimienta el nefasto y pernicioso conocimiento conceptual, tuvo que estar más de mil años rellenando listados de infumable contabilidad, censos y autoliquidaciones tributarias. Pero el antes llamado guirnall -que no es el antilenguaje, sino un lenguaje ajeno a una referencia que es, conocidamente, mentira, y por tanto mucho más puro, tanto o más que la música- acaba de ser fundado y todavía no tiene rodaje.
Llegados a este punto, para aquilatar su valor y futuro, debemos concluir con un ejercicio del guirnall. La salvación no es pronunciar una fórmula ni tampoco llegar a un lugar. Y no saldremos de los marcos de comprensión limitados, sin más, un día, ni tampoco inventándonos una nueva filosofía, nueva poesía, nueva lengua, con las mismas estructuras, porque radica en éstas el mal. Aquí también el hábito -una estructura, sí, es un hábito para la verdad- es lo de menos, por lo que hay que substituirlo, sin pérdida del sentido y significado auténtico, a pesar de que perdamos todo el significado hasta ahora retenido y acumulado. Cedo en suma el paso a Víctor Sunyol i Costa, que descubrió este género unos años antes de que yo lo hiciera en un Soneto inédito, sin saber su digno precedente: "Milot, l'intiu espedor omat, / serela grafis i endra ferons; / Narès de cli ressega, ciu, liuteia. / Romars de grafí, sirils de l'arteia / lasserem Prius. / -Siuen donel·les-"
Capítulo segundo: crítica del lenguaje vigente
La única crítica es la intrínseca: la perfecta descripción de una opinión en tanto que doctrina sistematizada, demostrando que carece de las clásicas dotes de sinceridad, dado que la misma o bien no es sistematizable, o lo que es equivalente, que una vez sistematizada es inconsistente, contradictoria, no puede ir a las últimas consecuencias.
Así hay que tratar también al lenguaje vigente, que a fin de cuentas es una opinión o doctrina, como tantas otras. El guirnall, que para su isagoge utiliza el lenguaje vigente, es una crítica del lenguaje, y es la demostración más paladina de su error y la debida ejecución de su sentencia de muerte.
Corría el verano de 2016 y sin provisiones habíamos emprendido, el Sr. Víctor Bastard y yo, el ascenso al Tagamanent. En la cima no hallamos al "nen amagat" (Jaume I, según dicta la leyenda), pero pronunció Roscelín Hermeticón y de Compiègne una extensa parábola, ante un grupúsculo de excursionistas federados, en los siguientes y literales términos, que ahora finalmente opto por transcribir traduciéndolo al castellano:
"Hablan de la existencia de objetos externos, que cabe determinar todavía con mayor precisión como cosas reales, absolutamente singulares, totalmente personales e individuales, cada una de las cuales no tiene ya su igual en absoluto, y dice que esa existencia posee certeza y verdad absolutas. Suponen este trozo de paper en que escribo, o mejor dicho he escrito, esto; pero no dicen lo que suponen. Si realmente quisieran decir este trozo de papel que suponen y esto es lo que quieren decir esto es imposible, ya que el esto sensible supuesto es inasequible al lenguaje, que pertenece a la consciencia, a lo universal en sí. Por tanto, bajo el intento real de decirlo se desintegraría; quienes comenzaran a describirlo no podrían acabar su descripción, sino que deberían dejarlo a cargo de otros, los cuales tendrían que reconocer ellos mismos, a la postre, que hablaban de una cosa que no es. Suponen, por tanto, indudablemente este trozo de papel, que aquí es completamente otro que el de arriba; pero hablan de "cosas reales, de objetos externos o sensibles, de esencias absolutamente individuales", etc.; es decir, sólo dice de ellos lo universal; por tanto, lo que se llama lo inexpresable no es sino lo no verdadero, lo no racional, lo simplemente supuesto".
Por lo visto, lo que dijo ya había sido escrito más de dos cientos años antes por G. W. F. Hegel, en la Fenomenología del espíritu (I, I, ap. II, p. 70 trad. W. Roces, Ed. FCE), leída cuando Roscelín contaba con tan sólo nueve años por influencia de su hermano pequeño.
La consecuencia que extraje no era, sin embargo, limitada al binomio de la verdad del lenguaje y la no verdad de lo inefable. Por lo contrario, demostré acto continuo el error de esta visión sectaria, que incurre en variadas falacias, la primera de las cuales era una petición de principio.
La consecuencia que colegí era que debía ser postulada la necesidad, y de aquí la fundación y existencia, del guirnall. Había escrito pocos días antes, el primer verso en este lenguaje -primera palabra del primer verso: guirnall- que hacía asequible, por fin, lo individual sensible y singular. Cada cosa concreta y presente recibía un nombre propio, desaparecían con ello todos los nombres comunes y universales, que designan la referencia depositada en un mundo de las ideas, en cuya realidad ya no creemos.
El Sr. Bastard, acompañado de una rapaz coyuntural, objetó: "estos nombres propios de cada una de las cosas son inventados". "Sí", contentó Roscelín, "como tu propio nombre, por el que todos te llamamos y sabemos quién eres; estaremos más cerca de las falsedades si te llamáramos 'persona' u 'hombre'; aquí no hay un vacío del lenguaje vigente, aquí radica una crítica intrínseca del mismo, debido a su grave inconsistencia. En efecto, sólo conoceremos el imperio de la realidad, que es evidente que ahora no conocemos, estando desprovistos de la lógica de la referencia, cuya piedra de toque sea una relación lenguaje-lenguajizado absolutamente inmediata y directa".
Con ello concluí y bajamos al Figueró para tomar el tren espresso para La Tor de Querol.