Octubre 2020

La Primera Temporada del diario esotérico - paranormal es fruto de la locura de un ritual de paso, y una obra cerrada en sí. Esto es lo que he concluido en retrospectiva acerca de las doscientas cincuenta páginas que escribí entre noviembre de 2019 y julio de 2020.  

Ahora, tras un verano intenso en el que he vivido en la realidad física (aka simulación altamente refinada) y he experimentado lo suficiente: Segunda Temporada. Las intuiciones asilvestradas de los meses anteriores podían ser fruto de la locura, pero no estaban equivocadas. Existe un misterio detrás de la mecánica de la existencia. Esto es lo que hemos visto. Que el misterio es simple y autoevidente. Pasa desapercibido y no puede validarse, confirmarse, encarnase en algún tipo de frase que diga "el misterio consiste en esto". Esta es la gracia de la simulación altamente refinada. A la naturaleza le gusta enmascararse. Y nuestra desgracia principal es el lenguaje. Estas mismas palabras con las que ahora me expreso, sus conceptos. Por eso un objetivo principal de la Segunda Temporada será bajar por la ciénaga de los conceptos algunas partes de este misterio. Con la ayuda y la fuerza que ofrecen las metáforas y las narraciones. Todo ello basado en una sola experiencia, la mía, y la de todas las personas con las que he hablado y todos los libros que he conocido sobre el tema: cómo es realmente la realidad. Si es posible saberlo, deshacer el nudo tautológico. Si, en su defecto, por lo menos todavía hay cosas que pueden ser desveladas en un símbolo que no sea tomado por locura. Y hasta qué punto puede llegar la luz del pensamiento de una sola y errática consciencia, aunque sólo sea tomada por literatura, o juego, en una investigación humanista hoy en día.

Por el momento, empecemos por este hombre:

Vadim Zeland: Reality Transurfing

Todavía no tengo claro quién es Vadim Zeland. Ni si debo leerlo como literatura, o si tomármelo en serio. A mediados de agosto estaba yo paseándome por subforos de Reddit cuando di, en /Askoccult, con una referencia a este físico ruso. Decimos "físico ruso" cuando en realidad no quedan claros sus orígenes, sus estudios o sus logros en el campo. Zeland vive en el secretismo, y sólo realiza esporádicos comunicados desde su página web, y Google está lleno de extrañas fotos del hombre con gafas de sol, mirando al horizonte. "Tengo alrededor de cuarenta años", dejó escrito Zeland sobre sí mismo hace ya más de una década, "Antes del colapso de la Unión Soviética fui investigador en el campo de la física cuántica, y luego me dediqué a escribir libros. De nacionalidad, ruso, o más precisamente un cuarto de Estonio y tres cuartos de quién sabe qué". No queda claro más bien nada. Pero me interesa este escritor, y he aprendido y disfrutado leyéndolo.

Su principal aportación es la noción de Reality Transurfing. En esencia, y para ir al grano: un método para moverse a través de los diferentes planos del multiverso. Su obra fundamental, leída este mes de agosto en diferentes emplazamientos, mientras viajaba, ha sido como mínimo un estímulo literario. A nivel filósofico, la teoría de Zeland no es exhaustiva. El texto carece de pruebas o refutaciones científicas y se basa, principalmente en la observación y el sentido común. En ocasiones se puede tener la impresión de estar leyendo literatura de ciencia ficción, o cosa poco seria; incluso la impresión de estar leyendo un discurso New Age simplista. Zeland sienta cátedra acerca de cuestiones indemostradas, pero si se acepta su juego, no decepciona. Los principios son claros: La materia y el pensamiento están hechas de lo mismo a un nivel esencial. El universo es uno, y al mismo tiempo, es múltiple, propagado infinitas veces en un sistema llamado multiverso. Seguramente estas nociones resuenen en la cabeza de cualquier lector contemporáneo. Pero ciñámonos a la cuestión: el libro de Zeland es un libro de método. Porque Zeland pretende haber descubierto una forma para moverse a través de las diferentes líneas espaciotemporales del multiverso con el solo uso del pensamiento, y este método es lo que expone en Reality Transurfing

Por un lado, describe el sistema, y por otro describe el método para jugar en dicho sistema. Habría que pensar al universo como un programa informático que responde según unas reglas. ¿A qué responde? El sistema responde a nuestro pensamiento de una forma isomórfica y simbólica. Nuestro pensamiento moldea la realidad en la que estamos. Esta es la idea esencial, que se desmenuza con bastante detalle a lo largo de las 600 páginas que tiene el libro. Como todo escritor de ciencia ficción, muestra las cartas al principio, y luego en un movimiento de ocultación empieza a construir todo el sistema poco a poco. Para darle integridad a dicho sistema va añadiendo conceptos que se superponen e interactúan, y ejemplos para bajarlo a lo comprobable. Uno de esos conceptos es la Ley del equilibro (capítulo 4).

La ley del equilibrio según Vadim Zeland

Para nuestro propósito, es suficiente si aceptamos el modelo simplificado del equilibrio: donde aparece un exceso de potencial, las fuerzas de equilibrio emergen para eliminarlo

Vadim Zeland // Físico sui generis

¿Qué es el exceso de potencial?

El exceso de potencial se crea a través de la energía mental cuando se le da demasiada importancia a un objeto en particular. Por ejemplo, comparemos dos situaciones: en una te encuentras sentado en tu habitación, cómodamente. En otra, estás en el borde de un precipicio. La primera situación no tiene por qué causarte preocupación. Estás en tu habitación y cómodo. La segunda situación es más espinosa: un movimiento en falso y el error puede ser fatal. Para eliminar el exceso de potencial de tu miedo, las fuerzas de equilibrio harán presión para que, o bien te retires del precipicio y te pongas a salvo, o bien te tires por él

La cuestión no es moral, sino mecánica: donde hay exceso de potencial, el sistema-universo tiene una funcionalidad, llamada Ley del equilibrio, que buscará deshacer dicho exceso de potencial, presentando situaciones y fuerzas de naturaleza igual y contraria al potencial. Este punto es esencial para comprender el sistema: lo moral es posterior y es humano. La ley del equilibrio tiene por única función mantener el programa bajo ralla. Sin embargo, sí hay tipos de exceso de potencial. Sobre todo en ese mismo nivel mecánico: exceso de potencial creativo / exceso destructivo. Fuerzas de orden - fuerzas entrópicas. Así como simbólico: el universo es isomorfo y tiene la naturaleza esencial de espejo. Por otro lado, cuando Zeland dice objeto, quiere decir cualquier cosa conceptualizable

Así, nuestro pensamiento, el flujo constante, determina el renderizado del universo. Que el renderizado del universo sea de una forma u otra determina en qué parte del multiverso estamos en cada momento. Luego, la experiencia humana está llena de indicios donde este sistema mágico funciona y es coherente. Demasiados, tal vez. Zeland es exhaustivo aquí, a la hora de poner ejemplos.  

El misterio del deseo

Uno de esos ejemplos sirve para matizar los tipos de exceso de potencial y tiene relación con el tema del deseo (misterio fundamental). De acuerdo con lo dicho, es evidente pensar que cuando se desea algo se produce siempre un exceso de potencial en el sistema. El deseo es un tipo de fuerza atractora de objetos (el deseo es el deseo del otro), pero el exceso de potencial que genera es distinto según su forma de representación simbólica y ejecución. Zeland, por simplificar, distingue entre tres tipos de deseo: 

Hay tres tipos de deseo. El primero ocurre cuando un deseo poderoso se transforma en la intención determinada de conseguirlo, y se dispone de los medios para hacerlo. De esta manera, con la acción cumplimos con nuestro deseo. El potencial creado por el deseo se dispersa porque la energía que subyace ha sido transformada en acción resolutiva.


El segundo tipo de deseo es inactivo y atormentador y representa el exceso de potencial en su forma pura. Este tipo de deseo profundiza en el campo energético. En el mejor caso, consumirá en vano la energía de quien lo tiene. En el peor caso, atraerá toda clase de problemas indeseados.


El tercer tipo de deseo es el más pernicioso. Este tipo de deseo acaba siendo dependiente de su objeto de deseo. Si se muestra un apego desmedido por un deseo irrealizable se puede crear una relación dependiente y una sólida cantidad de exceso de potencial, que provoca la puesta en marcha de las fuerzas de equilibrio para atemperarlo. 

De acuerdo con la experiencia, esta dinámica del deseo tiene cierta lógica, y muchas tradiciones y pensamientos defienden una naturaleza del deseo desapegada para tener, como mínimo, una vida apacible. El punto es que, en el momento en que el universo se constituye como programa informático que se renderiza en función de nuestros actos y pensamientos, muchas lógicas cambian su sentido. Por ejemplo, la lógica del deseo. De acuerdo con lo que dice Zeland, desear lo imposible de obtener, y además hacerlo con intensidad y necesidad, crea el efecto precisamente contrario a lo que se pretende: el deseo es cada vez más difícil de cumplir conforme se profundiza en el exceso de potencial. Si hablamos de relación sentimental, porque el deseo requiere de dos, aquí no podemos actuar como en el borde del precipicio: uno de los caminos está vedado si no queremos caer en la así llamada violación. Sólo queda un camino factible: el de la retirada.

Pero si el universo-sistema es como dice Zeland, existiría un método para lograr que un deseo se cumpla. Incluso el más irrealizable. Ocupa casi todo el libro en explicar cómo, con detalles técnicos, prácticas varias y ejemplos de todo tipo, pero lo resume en "la energía de la pura intención es todo lo que se necesita para transferirte a una línea vital del espacio-tiempo donde tu deseo se cumple y lo deseado forma parte de tu realidad. Regresaré más adelante al tema de la intención. Por el momento, vamos a matizar que la pura intención es deseo y acción sin la atribución de importancia". Es un concepto próximo, creo, de alguna manera, a lo que es la fe

Mente y corazón

Zeland piensa que atribuimos importancia a las cosas, generando desequilibrios que provocan la acción de fuerzas contrarias, debido a discrepancias entre el discurso del corazón y el discurso de la mente. Para él, el corazón siempre sabe, pero su forma de expresión es emocional y agramatical. Está conectado al código fuente / inconsciente. La mente trabaja con la parte visible del código fuente y por sus propios procesos de pensamiento, que son gramaticales, y su modo perceptivo distinto, puede entrar en conflicto con el corazón. En la discrepancia entre ambos se forma una lucha dialéctica, que genera un efecto de importancia, y se rompe el equilibrio. Un deseo por algo no puede cumplirse en la medida en que existan discrepancias entre el sistema corazón-mente / inconsciente-consciente. Cuando ambos funcionan al unísono, estamos hablando de fe, o de claridad. Hay una certeza, sin obstáculos por ninguna de las partes. Corazón y mente están de acuerdo sobre lo que se quiere para uno mismo. Y dicha certeza causa un efecto de espejo en el renderizado personal del universo donde lo deseado tiene más posibilidades de ocurrir. Es innumerable la literatura que existe acerca del efecto de "dejar ir algo" para que precisamente ocurra. O bien, "necesitar algo" para que precisamente no ocurra. Existen explicaciones mecánicas y psicológicas que explicarían por qué hay tanto quorum acerca de este tema. Es una evidencia que el deseo requiere de ciertos mecanismos para desencadenarse. Pero en el sistema de Zeland debemos tener en cuenta que, en todo momento hablamos de un universo que responde como un programa. Y que esta variable lo cambia todo, y que esta variable es precisamente indemostrable más allá de la alucinación perceptiva de cada uno. Por lo que no sólo hay lo que nosotros generamos, sino también algo que el universo genera en respuesta para nosotros.

Mi voluntad es explicar mis investigaciones de una forma clara y sencilla para encontrar en ellas, no verdades, sino intuiciones y puntos de partida; que otras personas más especializadas puedan profundizar en ellos y encontrar caminos. Voy moviéndome de tema en tema en busca de nexos. El transurfismo me queda atrás como interés y pasión (y eso que lo descubrí hace dos meses). De él han quedado algunos aprendizajes personales que me resultan válidos. Pero no sé si vivimos en el multiverso, ni si realmente el universo responde a nuestro pensamiento. Es algo que he podido pensar en momentos epifánicos, probablemente alucinados, pero poco más. Ir mucho más allá en este tipo de investigaciones aleja de lo que he entendido que es la vida: el acto de vivir. En todo caso, hay algo que me ha quedado claro de mi trabajo de años con el algoritmo de Google, donde no hubo precisamente vida: si estamos viviendo en una simulación programada, es factible que, por los motivos que sea, en su propio código ya estén previstos los mecanismos que nos impidan desvelarlo, arrojar luz sobre él, hagamos lo que hagamos, profundicemos lo que profundicemos. Haciendo cierto el verbo de esa frase de Heráclito: La naturaleza ama esconderse.

Siguiente capítulo: Prometheus Rising, tuneles de realidad y Yoga

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