Descripción: Conocí a M. por Instagram. La conjunción, quiero creer, fue triple: oficio de SEO Specialist, interés por los libros y Virgo. En una primera interacción en el chat de Instagram ella dijo tener una de las colecciones de stickers más grandes que existen. Yo aseguré tener también una enorme colección de tales imágenes, grindeadas sin cesar a partir de chats laborales en los que gente más joven los utiliza de forma recurrente. Pasamos al whatsapp para verlos y allí se desplegó una conversación de cerca de dos horas en la que no escribimos palabras. En el intercambio incesante de stickers se creaban hilos comunicativos, encadenaciones de sentido. Contestábamos casi al momento puesto que ambos teníamos toda nuestra colección memorizada. Esas dos horas certificaron nuestra amistad, que dura hasta hoy. Por otro lado pude presentir su sensibilidad.

Este fin de semana (indeterminado en el tiempo de este diario) la conoceré en persona. Complejo trámite cuando uno ha acumulado un año de afinidad fantaseada. Pero ambos tenemos muchas ganas de ello y de seguir conversando verbalmente, esta vez con el sonido, por primera vez y de forma sencilla, supongo, con el tacto. 

No recuerdo de qué hablábamos en ese largo chat, pero ella en su último mensaje quedó callada. Quise grabar esa línea sin modulaciones en la barra del chat, anunciadora del silencio. Tal vez lo preparamos y grabamos a propósito para que yo grabara esa toma. No lo recuerdo. Sí recuerdo que lo pasamos muy bien.